05 mayo 2010

Cronicas Del Comienzo de Umbanda






CRONICA DEL COMIENZO DE UMBANDA
(Aceptación y reconocimiento en el Brasil como religión)

A fines del siglo XVIII existía, en Río de Janeiro, varias modalidades de cultos que demostraban su origen Africano, aunque ya suficientemente distanciados de las creencias traídas por los esclavos. La magia de los antepasados Africanos, transmitidas oralmente a través de varias generaciones, se había desvirtuado y mezclado con hechicerías provenientes de Portugal donde siempre existieron hechizos, rezos y supersticiones.
Los “macumberos” (mezcla de catolicismo, fetichismo negro y creencias nativas) se multiplicaban; se hizo notable la actividad remunerada del hechicero; el “trabajo feito” pasó a estar a la orden del día, motivando un trabajo posterior con el fin de destruir los efectos maléficos; se organizaron los despachos, apuntados a obtener favores para unos y perjudicar a terceros; aves y animales eran sacrificados con diversas finalidades; se exigían objetos raros para homenajear entidades o satisfacer elementos del bajo astral. Siempre, sin embargo, obedeciendo a los objetivos primordiales: aumentar la ganancia del hechicero o “tumbar” (término que estuvo muy en boga) a quienes no se inclinaran ante sus poderes y pretendieran hacerle una abierta competencia.
Los mentores del astral superior, sin embargo, estaban atentos a lo que pasaba. Se organizaba un movimiento destinado a combatir la magia negativa que se propagaba de manera alarmante; cabía alcanzar, en los comienzos, a las clases humildes, las más expuestas al clima de supersticiones que imperaba en la época.
Se formaron entonces las falanges de trabajadores espirituales, que se presentarían en forma de Caboclos y de Pretos Vhelos, para ser mas fácilmente comprendidos por el pueblo. En las sesiones espiritas, sin embargo, no fueron aceptados; identificados bajo esas formas eran considerados espíritus atrasados y sus mensajes ni merecían ser analizados.
También se acercaron a los Candomblés y a los cultos entonces considerados como “bajo espiritismo” las macumbas. Es probable que en estos y en los Batuques de Río Grande del Sur hayan encontrado acogidas, con la finalidad de ser aprovechados en los trabajos de magia como elementos nuevos que renovasen el viejo sistema de hechicería.
La situación permanecía inalterada al iniciarse el año 1900, las determinaciones del alto astral, sin embargo, deberían cumplirse.
El 15 de noviembre de 1908 se presento a una sesión espiritista en Niterói, por entonces dirigida por José de Souza, un joven de 17 años perteneciente a una tradicional familia fluminense. Su nombre, Zélio Fernardino de Moraes. Se había restablecido, el día anterior, de una enfermedad que los médicos habían tratado, vanamente, de identificar. Y su recuperación, atribuida a un espíritu, resulto inesperada y sorpresiva. Ni los médicos que lo atendían ni los tíos, sacerdotes católicos, habían encontrado una explicación plausible. La familia atendió, en consecuencia, la sugerencia de un amigo que se ofreció para acompañar al joven Zélio a la federación.
Zélio fue invitado a participar de la mesa. Iniciados los trabajos, se manifestaron espíritus que decían pertenecer a indios y esclavos. El dirigente les advirtió que debían retirarse. En ese momento Zélio se sintió dominado por una fuerza extraña y oyó su propia voz indagar por no eran aceptados los mensajes de los Negros y de los Indios y si ellos eran considerados atrasados solo por el color y por la clase social que habían heredado. Esta observación suscitó casi un tumulto. Se sucedió un diálogo acalorado, durante el cuál los dirigentes del trabajo procuraban adoctrinar al espíritu desconocido que se manifestaba y mantenía una segura argumentación. Finalmente, uno de los asistentes pidió a la entidad que se identificase, ya que le parecía envuelta por un aura de luz.
Si quiere un nombre – respondió Zélio enteramente mediumnizado – que sea este: “soy el CABOCLO DE LAS SIETE ENCRUCIJADAS”, puesto que para mí no había caminos cerrados.
Y, posteriormente, anunció la misión que traía: establecer las bases de un culto en el cual los espíritus de indios y esclavos vendrían a cumplir las determinaciones del astral. Al día siguiente declaró Él, estaría en la residencia del médium, para fundar un templo que simbolice la verdadera igualdad que debe existir entre encarnados y desencarnados.
Llevare de aquí una semilla y la plantaré en el barrio de Neves, donde habrá de transformarse en árbol frondoso.
Al día siguiente, 16 de noviembre de 1908, a la residencia de la familia del joven médium, del barrio de Niterói, la entidad se manifestó puntualmente en el horario previsto 20 horas.
Allí se encontraban casi todos los dirigentes de la federación espirita, amigos de la familia, sorprendidos e incrédulos, y gran número de desconocidos que nadie podía decir como habrían tomado conocimiento de lo ocurrido. Algunos rengos se aproximaron a la entidad, recibieron pases y, finalmente, estaban curados. Fue esa una de las primeras pruebas de la presencia de un alma superior.
En esa reunión, el Caboclo de las Siete Encrucijadas estableció las normas del culto cuya práctica se denominaría sesión y se desarrollaría de noche, entre las 20 y las 22 horas. Para atención al público totalmente gratuita, pases y recuperaciones de obsesivos. El uniforme a ser usado por los médium sería todo blanco y de tela simple. No se permitiría la retribución financiera por la atención o los trabajos realizados.
A este nuevo culto, que se cimentaba en esa noche, la entidad dio el nombre de UMBANDA, y declaró fundado el primer templo para su práctica, con la denominación “tienda espirita nuestra señora de la piedad.
A través de Zélio se manifestó, esa misma noche, un Preto Velho, Pae Antonio, para completar las curas de enfermos iniciadas por el Caboclo. Fue él quien dictó este punto, hoy cantado en todo Brasil: “llego, llego con Dios es su llegada, llego el Caboclo de las siete encrucijadas”.
A partir de esa fecha, la casa de la familia de Zélio se torno meta de enfermos, creyentes, escépticos y curiosos. Los enfermos eran curados, los escépticos presenciaban pruebas irrefutables, los curiosos constataban la existencia de una fuerza superior y los creyentes aumentaban día a día.
Cinco años mas tarde se manifestó el Orixa Malé, especialmente para la cura de obsesivos y el combate de los trabajadores de magia negra.
Transcurrido 10 años, el Caboclo anunció la segunda etapa de la misión: la fundación de siete templos que deberían constituir el núcleo central para la difusión de la religión Umbanda.
La tienda de la piedad trabajaba activamente produciendo curas, principalmente produciendo la recuperación de los obsesivos (posesos), considerados locos en esa época. Ya por entonces se contaban por centenas las curaciones realizadas por la entidad, comentadas por todo el estado y confirmadas por los propios médicos, que recorrían la tienda en busca de cura para sus pacientes. Y el Caboclo indicaba, en los escritos que les presentaban los nombres de los enfermos, a quienes podría curar: eran los obsesivos portadores de molestias de origen psíquicas; a los otros, decía él, competía a la medicina curarlos.
Zélio ya por entonces casado por determinación de la entidad, recogió a los enfermos mas necesitados en su residencia asta el término de su tratamiento astral. Y muchas veces sus hijas Zélia y Zilmeia, pequeñas aun cedían sus cuartos y dormían en esterillas para que los enfermos quedasen bien acomodados. En las reuniones de estudios que se realizaban los días jueves, la entidad preparaba los médium que serían indicados posteriormente para dirigir los nuevos templos. Se fundaron así las tiendas de nuestra señora de la guía, de la concepción, Santa Bárbara, San Pedro, Oxala, San Jorge y San Jerónimo.
Poco después la Umbanda comenzó a expandirse por los estados. En San Pablo, se fundaron en la capital 23 tiendas y 19 en Santos. Y, enseguida, se Minan Gerais, Espíritu Santo y Río Grande del Sur. En Belén se fundo la tienda Mirim de San Benedito. El capitán del ejército que servía en la capital de la república, pidió el traslado a Para con el fin exclusivo de llevar allí el mensaje del Caboclo de las siete encrucijadas. Se confirmaba la frase pronunciada en la federación espirita: “llevare de aquí una semilla y la plantaré en el barrio de Neves, donde habrá de trasformarse en árbol frondoso”.
En 1937, los templos fundados por el Caboclo, se reunieron creando la “Federación Espirita de Umbanda del Brasil”, posteriormente denominada “Unión Espiritualista de Umbanda del Brasil”. Y, 1947, surgió el “Jornal de Umbanda”, que durante mas de 20 años fue un órgano de información doctrinario de gran valor.
Zélio de Moraes instalo Federaciones Umbandistas en San Pablo y Minas Gerais.

Como se formaron las diferentes líneas (tribus) de Umbanda

Antiguamente el continente africano se dividía en diferentes tribus (Yeyé, Gexa, Nago, Oio, Cambinda, Keto y otras), las variaciones entre ellas consistían básicamente en los Orixas que se veneraban en cada región. Los colores de la indumentaria identificaban a cada persona con su Orixa y Nación o Tribu.
La primera fusión entre estas naciones surge en las bodegas de los navíos negreros, como consecuencia de la trata de negros producida por los mercaderes de esclavos, donde integrantes de las más diversas etnias entran en contacto, siendo transportados bajos las condiciones más infrahumanas, padeciendo interminables maltratos, hambre, enfermedades, torturas y vejaciones de toda clase. La segunda fusión se da cuando estos esclavos negros se relacionan con los esclavos amerindios autóctonos de las regiones colonizadas, produciéndose un intercambio cultural religioso entre los dos hermanos de sufrimiento.



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